viernes, 17 de octubre de 2025

'Las partículas elementales' - Michel Houellebecq


En esta ocasión voy a reseñar Las partículas elementales, la segunda novela del ínclito escritor francés Michel Houellebecq (nacido en 1958 y cuyo nombre real es Michel Thomas), publicada originalmente en 1998. Cuenta con una adaptación cinematográfica ("adaptación libre", según dicen, pero yo no la he visto), de producción alemana, estrenada en 2006.



La novela narra el improbable nudo que unirá los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biología, especie de monje científico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y sólo pasea para ir hasta el supermercado; y Bruno, también cuarentón, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografía, misógino, racista, un virtuoso del resentimiento. Encarnación consumada, en fin, de una sociedad en que la velocidad del placer no deja tiempo al nacimiento del deseo. Ambos han sido abandonados por una madre que prefirió una comunidad hippie en California a cualquier otro empeño.


Para empezar, y a modo de pequeña anécdota, quisiera comentar que en la reseña comercial ofrecida por la editorial Anagrama aparecía "monie" (sic) en lugar de "monje". El pasado 22 de septiembre les envié un correo electrónico y al día siguiente, tras ver que me habían respondido, pude comprobar que ya lo habían corregido. Bien por ellos.

Entrando un poco más en materia, debo decir que no soy muy partidario de las novelas que vienen a ser un cruce entre novela y ensayo, como es el caso de Las partículas elementales. Yo también soy lector de ensayos, pero las mixturas no me convencen. Aquí tenemos una especie de dos en uno: una parte novelística, que cuenta las historias de Michel y Bruno (entrelazadas por momentos), y una parte ensayística, dedicada a disquisiciones científicas, filosóficas, sociológicas y antropológicas. Ambas partes conviven en el mismo libro, alternándose de manera un tanto anárquica y mezclándose por momentos. Particularmente, y siendo reduccionista, he encontrado interés por la parte novelística y desinterés por la parte ensayística, aunque sí tiene algunas reflexiones interesantes y válidas. Pero claro, están escritas hace más de veinticinco años, y creo que tanto Francia como el mundo han cambiado un poco bastante. 

La parte novelística, que, como digo, es la que ha suscitado más interés en mí, tiende a ser un tanto reiterativa, y llega un punto en el que, a mi juicio, casi se acaba autoparodiando. Antes de llegar a la mitad del libro (o, simplemente, leyendo la reseña comercial), ya sabemos que Bruno es un obseso sexual y que Michel coquetea con la anhedonia. Entonces, ¿por qué narrar una enésima escena sexual de Bruno o un nuevo día sin estímulos para Michael? Ni idea. Por lo demás, la parte novelística de la novela —valga la redundancia— tiene algunos problemas más, como contar con personajes más bien planos y que, además, a veces actúan de una manera incomprensible (¿por qué Michel no contesta esas cartas?). Incluso hay escenas en las que las voces de Michael y Bruno resultan indistinguibles (supongo que porque, en buena medida, el que habla es Houellebecq). Un ejemplo de ello podemos encontrarlo en el capítulo 10 de la segunda parte, donde tenemos un diálogo muy poco natural en el que ambos personajes hablan como quien escribe un ensayo. Además, hay una serie de elementos que parecen pretender epatar/impactar y que resultan poco verosímiles, sobre todo si queremos entender —y parece obvio— la parte novelística como una suerte de ejemplo de lo que se expone en la parte ensayística. 

A continuación, dejo un pequeño recopilatorio de miniextractos de la novela, todos ellos de carácter sexual, en los que el autor parece tratar de epatar/impactar y que, en algunos casos, solo aportan inverosimilitud a la novela. He recopilado estos como podría haber recopilado otros, porque la novela va bien surtida de elementos así. De hecho, los hay más fuertes (más pederásticos, etcétera) que los citados aquí abajo, pero ya los dejo para aquel que quiera sumergirse en la novela.

  • "Cuando David [25 años] conoció a Annabelle, ya se había acostado con más de quinientas mujeres [...]". [Pág. 73]
  • [Refiriéndose a unas adolescentes] "«Son monísimas, ¿verdad?», observó Christiane. «La rubia de las tetas pequeñas es un encanto...»". [Pág. 123]
  • "En dos años como máximo, su hijo intentaría salir con chicas de su edad; Bruno también desearía a esas chicas de quince años". [Págs. 139-140]
  • "[...] había tres tíos y treinta chicas. Treinta chicas de dieciséis años. Rubias, morenas, pelirrojas. Francesas, magrebíes, asiáticas..., todas deliciosas, todas deseables. Y todas follaban, era evidente, follaban". [Pág. 160]
  • "Durante los ejercicios, yo siempre cerraba las ventanas; las chicas tenían calor, se quitaban los suéters, la camiseta se les pegaba al pecho; yo me hacía pajas parapetado detrás de mi mesa". [Pág. 160]
  • "¿Te la chupo ahora o prefieres que te haga una paja en el taxi?". [Pág. 167]

Pues hombre, se hace un poco raro que un chaval de 25 años se haya acostado con más de quinientas mujeres. También roza lo inverosímil que, en una clase de treinta chicas de dieciséis años, todas follen. Lo mismo con que un profesor se masturbe en clase. Pero bueno, el señor Houellebecq y sus cosas.

Abramos otro melón: el de los errores propiamente dichos. Hay mucha tela que cortar aquí.

En la página 103, narrando hechos del 10 de julio de 1998, se nos cuenta que Michel está siguiendo "una etapa pirenaica del Tour de Francia". Sin embargo, no hubo ninguna etapa pirenaica en el Tour de Francia de aquel año. Es más, ¡ni siquiera había empezado el Tour! (lo hizo un día después). Evidentemente, podemos entender que a Houellebecq le da igual si ese día hubo o no hubo etapa del Tour, porque es una novela y tal y cual, pero no deja de ser sorprendente. Más si cabe teniendo en cuenta su osadía de situarnos en los Pirineos. ¿Por qué? ¿Para qué? No sé, porque son ganas de meter la pata por duplicado. Sin embargo, no se menciona el escándalo que hubo alrededor del equipo Festina en el Tour de ese mismo año, que fue más que sonado y mediático.

También quiero constatar que hay cierto baile con la edad de Victor, el hijo de Bruno. En la página 124, narrando hechos de finales de julio del año 1998, Bruno afirma que su hijo tiene doce años. Sin embargo, en la página 139 y narrando hechos de la primera quincena de agosto, se dice lo siguiente: "Hacía unos meses que Victor había cumplido trece años". En páginas siguientes se dice que la mujer de Bruno estaba embarazada de seis meses en septiembre de 1984 para después confirmar que el niño nació en diciembre. Esto, evidentemente, respalda la idea de que Victor tiene 13 años en el verano de 1998. Aun así, sorprende un poco que se diga que los había cumplido "hacía unos meses" si tenemos en cuenta que ya hacía 8 meses, pues ese "unos meses" hace pensar que son pocos meses, nunca más de medio año como es el caso. Por si fuera poco, en la página 150 y aún narrando el mes de agosto de 1998, se dice que "ahora iba a cumplir quince años".

En la página 183 se dice lo siguiente: "«Durante las dos semanas de nuestra estancia, fuimos a esa playa todas las tardes», seguía Bruno en su artículo". Sin embargo, un poco más adelante, en la página 185, se dice esto otro: "Bruno interrumpió aquí el artículo, tras una semana de estancia". ¿En qué quedamos?

En la página 244, encontramos este extracto: "Pasaba Gortrumnagh y Knockavally y solía llegar hasta Claddaghduff, a veces hasta Aughrus Point. Allí estaba en el punto más occidental de Europa, el extremo del mundo occidental". Pues hombre, digo yo que si entendemos Europa como más allá del continente físico (el Cabo da Roca, en Portugal, sería el punto más occidental), el punto más occidental de Europa habría que buscarlo en las islas Azores. Alguien podría decir que las Azores son unas islas muy perdidas. Bueno, en ese caso podríamos entender que el punto más occidental de Europa está en Islandia. Vamos a rizar el rizo y entender que Islandia también es una isla por ahí perdida que no contaría como europea. Pues bien, en ese caso, el punto más occidental de Europa habría que buscarlo en una isla o islote del oeste de Irlanda, pero no en la isla de Irlanda propiamente dicha como hace Houellebecq. Por ejemplo, la isla Achill se extiende más al oste de lo que está el Aughrus Point, siendo además una isla habitada y conectada con la isla de Irlanda mediante un puente. Por tanto, la afirmación de Houellebecq carece de sentido. Por si fuera poco, en la página 254 vuelve a insistir: "último extremo del mundo occidental".

También en la página 244, se habla de "la última velada del segundo milenio" al referirse a la noche del 31 de diciembre de 1999. No, hombre, el segundo milenio acabó un año después, el 31 de diciembre de 2000. En fin, me cuesta entender que un escritor tan reputado cometa estos errores, más si cabe porque se entiende que tiene un agente que lee sus novelas, un editor que hace lo propio, un corrector que las corrige, etcétera.

Aunque esto no lo calificaré de un error propiamente dicho, también quisiera incluir el siguiente enunciado [pág. 192]: "Michel experimentó ese sentimiento ambiguo y triste que aparece cuando uno vuelve a pisar los lugares de su infancia". Pues no sé, se me hace un poco raro hablar de un sentimiento que es ambiguo y triste al mismo tiempo. Y, aunque lo demos por bueno, no sé yo si uno se siente así al pisar los lugares de su infancia. A ver, es que tampoco es que haya una cohesión emocional entre los lugares de la infancia de una persona.

Volviendo a la historia o fábula, insistir en que tal vez abusa de escenas sexuales, como si Houllebecq pusiera mucho empeño en tratar de escandalizar al lector (quizá en 1998, no en 2025). Pero sobre todo abusa de un afán por arruinar la vida de los personajes, como si fueran víctimas de una suerte de determinismo esotérico que apenas les permite levantar cabeza en algún momento y les empuja (irremediablemente) a un triste y precipitado final. Más o menos como en Galveston, la última novela que he reseñado antes de esta, aunque diría que la novela de Nic Pizzolatto tiene una atmósfera aún más gris. En cualquier caso, la trama argumental de Las partículas elementales me ha parecido bastante anodina, carente casi por completo de estímulos. También quisiera dejar constancia de que tengo la impresión de que es una novela bastante autobiográfica y que tanto Michel como Bruno están inspirados en él mismo, como indican diferentes puntos biográficos comunes. Entiendo que de ahí, y de un insuficiente trabajo en la creación de los personajes, viene que Michel y Bruno tengan la misma voz en algunos momentos.

Adentrándonos en los contenidos lógicos o en las ideas planteadas por Houellebecq en la novela, debo decir que estoy bastante de acuerdo con los posicionamientos que ofrece o que al menos me parece que ofrece: crítica al liberalismo, al hedonismo, al mayo de 1968, a la New Age, al individualismo, etc. Ahora bien, en 2025 resultan bastante trillados (tal vez no en 1998). Por otra parte, se ha dicho muchas veces que Houellebecq es machista, misógino, racista, etcétera. Probablemente sea esas cosas, no lo sé, pero también hay que decir que en el mundo hay mucha gente así y es normal que en las novelas de Houllebecq aparezcan personajes así. En cualquier caso, creo que es interesante leer la página 138, donde, por ejemplo, se dice que "las mujeres eran mejores que los hombres" o que "un mundo compuesto sólo [sic] de mujeres sería infinitamente superior". Sin embargo, no acabo de comprar los paralelismos que, en la página 185, hace entre una "estación naturista" que aparece en la novela y Alemania, Japón y Corea. Tampoco me parece que resulte inconcebible imaginarse a un "depresivo patriota", como el narrador afirma en la página 189. Por otra parte, tuve la sensación de que Houellebecq hacía bastantes referencias al Frente Nacional, aunque luego solo he podido encontrar cinco. A quien sí se hace mucha alusión es a Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz (novela de 1932), pues aparece citado una veintena de veces (también se cita a su hermano Julian/"Julián", diría que hasta en cinco ocasiones). También quiero constatar algo que han dicho otros lectores: la novela tiene un aire pesimista, de desesperanza, yo diría que (casi) misántropo, tal vez también nihilista, que no son cosas que yo venga aquí a juzgar o criticar; simplemente, las constato. Sí que es cierto que el final del epílogo va por otro lado, al menos en parte, como si Houellebecq acabara optando por la redención. Por otra parte, debo confesar que las disquisiciones sobre biología molecular desbordan mis competencias, además de que Houellebecq alude a diversos estudios realizados en el siglo XX, por lo que no puedo decir si hay errores o no ahí (por varios motivos, dudo mucho que no sea así).  

En cuanto al estilo y los fundamentos estéticos de la novela, supongo que no hay mucho que decir. Según Wikipedia, él mismo ha declarado que tiene una "ausencia de estilo". Bueno, no sé, al final siempre hay un estilo. Yo más bien diría que, en general, es un estilo ensayístico, sobrio y plano, lo cual es llamativo tratándose de un novelista que también es poeta. Tampoco he percibido ninguna musicalidad, pero esto es bastante normal en una obra traducida. Lo más estilístico que hay, por decirlo de alguna manera, está en esa mixtura novela-ensayo y en la pretenciosidad accesoria a ella. También se podría hablar de un estilo más o menos crudo al narrar las escenas sexuales. Pero, a mi juicio y en definitiva, es una novela que adolece de un estilo sobrio, tal vez incluso pobre (como de piloto automático), y poco literario. Eso no quiere decir, claro, que sea una novela mal escrita.
 
Lo del epílogo, en fin..., parece que Houellebecq se marcó un "sujétame el cubata" (si se me permite el coloquialismo). No sé si es algo que ya tenía previsto hacer antes de empezar a escribir la novela, si se le ocurrió mientras tanto o si fue un añadido de última hora, pero me parece que no tiene mucho sentido. De hecho, el narrador del epílogo (se supone que es el narrador de toda la novela) no encaja como narrador de las historias de Bruno y Michel, sobre todo porque hay infinidad de cosas, como conversaciones privadas, que no puede conocer. Con esto no quiero decir que la idea básica (porque habría matices) del futuro de la humanidad que plantea el epílogo sea una locura o una inverosimilitud en sí misma, sino que el epílogo está mal enfocado y no encaja con el grueso de la novela. Esta idea básica se podría haber manifestado de otra manera; como un futurible escrito por Michel o con una nota final del propio Houllebecq, por poner dos ejemplos.

Ya que estamos, quisiera dejar constancia de algunas erratas contenidas en la edición que yo he leído. Aquí cito algunas: "préadolescente" [pág. 140], "activista vienes" [pág. 176], "metereología" [pág. 189], "neuroñas" [págs. 189-190], "ex mujer" [pág. 209], "profetico" [pág. 261]. En la página 202 hay otra errata, pues nos encontramos un "et" que debería ser un "el": "ése [sic] fue et comienzo de una buena época". Más curiosa es la errata de la página 194, pues se trata de un asterisco que no viene a cuento: "Un viejo inmóvil en su* jardín parecía un espantapájaros". También resulta un tanto curioso que el hermano de Aldous Huxley, el señor Julian Huxley, se cite las cinco veces como "Julián" (a la española) [págs. 130 a 135]. Por otra parte, quizá el "gato salvaje" que aparece en la página 155 debería ser un "gato montés", aunque desconozco el texto original. También me ha llamado la atención leer tanto "mandalas", en varias ocasiones, como "mándalas" [pág. 254] para referirse a esos típicos dibujos del hinduismo y budismo, ya que quizá se debería haber optado por una sola de las opciones (ambas están recogidas por la RAE, eso sí). Para acabar con este apartado, decir que no me ha convencido el constante uso de la palabra "rue", sobre todo porque no la ponen en cursiva (otra opción, evidentemente, hubiera sido traducirla por "calle").

Resumiendo, Las partículas elementales es una novela que, sin estar mal del todo (no es un desastre), no ha colmado mis expectativas, sobre todo porque me parece poco literaria, un tanto pretenciosa y porque contiene diversos errores. Desde mi punto de vista, que probablemente sea sui géneris, viene a ser una novela de aprobado (casi) raspado. Si había alguna opción para algo mejor, yo creo que el epílogo se la carga. Por tanto, le daría una nota de un 5-5,5 sobre 10, que es una valoración muy baja para la media que tiene esta novela en Goodreads, Quelibroleo.com, etcétera.


[NOTA: Hoy mismo (17-10-2025) espero empezar a leer Golpe de gracia, la última novela del gran Dennis Lehane. En principio, sobre ella versará la próxima reseña del blog, que debería llegar la primera quincena de noviembre.]