jueves, 15 de septiembre de 2022

'El libro de los Baltimore' - Joël Dicker


[Ya llevaba más de cuatro meses sin actualizar esta cosa. No es que haya dejado de leer, es que la vida me ha llevado por otros derroteros. En fin, pasen y lean.]

En esta ocasión voy a hablaros de El libro de los Baltimore, una novela publicada originalmente en 2015. El autor no es otro que el escritor suizo y francófono Joël Dicker, un escritor bastante joven -nació en 1985- que vende libros como quien inhala y exhala. De hecho, rompió moldes con un libro que ya reseñé por aquí: La verdad sobre el caso Harry Quebert [en adelante, LVSECHQ], publicado originalmente en 2012.

SINOPSIS:
«Si encontráis este libro, por favor, leedlo. Querría que alguien supiera la historia de los Goldman-de-Baltimore.»
Hasta que tuvo lugar el Drama existían dos ramas de la familia Goldman: los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair. Los Montclair, de los que forma parte Marcus Goldman, autor de La verdad sobre el caso Harry Quebert, es una familia de clase media que vive en una pequeña casa en el estado de Nueva Jersey. Los Baltimore, prósperos y a los que la suerte siempre ha sonreído, habitan una lujosa mansión en un barrio de la alta sociedad de Baltimore.
Ocho años después del Drama, Marcus Goldman pone el pasado bajo la lupa en busca de la verdad sobre el ocaso de la familia. Entre los recuerdos de su juventud revive la fascinación que sintió desde niño por los Baltimore, que encarnaban la América patricia con sus vacaciones en Miami y en los Hamptons y sus colegios elitistas. Con el paso de los años la brillante pátina de los Baltimore se desvanece al tiempo que el Drama se va perfilando. Hasta el día en el que todo cambia para siempre.

A los que buscan titulares, podría darles uno: el libro me ha parecido una americanada escrita por un suizo.

Pero bueno, vamos a ponernos manos a la obra con el análisis. La novela empieza un poco de aquella manera, con un anzuelo que consiste en dejarnos caer la existencia del "Drama" que sufrió la familia Baltimore (los Goldman de Baltimore realmente). No sigue mejor porque aparece un perro muy caprichoso al que le gusta perderse para reunir viejas parejas (¡qué verosímil!). Seguimos sin remontar el vuelo, pues se nos presenta a una exnovia del protagonista bastante especial. No es que la chica sea una cantante más o menos conocida (rollo Vanesa Martín en España, por poner un ejemplo), ¡es que es la diva de divas del mundo mundial! Ya puestos, Dicker podría haber resucitado a Marilyn Monroe para hacer ese papel de exnovia. Luego nos introducimos en el mundo de "los Baltimore". Por si no teníamos suficiente con la diva de divas, los Baltimore (o Cursimore) son la familia más maravillosa del universo. Tienen trabajos envidiables, ganan mucho dinero, son muy listos, muy guapos y todo lo hacen bien. 

A partir de ahí, el libro me ha parecido lento y reiterativo, haciendo hincapié en los maravillosos que son los Goldman de Baltimore y dejándonos caer una, otra y otra vez lo bonito que sería poder ser uno de ellos. Esto lo hace hablándonos del tiempo que pasaba con ellos en su infancia y, luego, en su adolescencia. Poco a poco, según se van haciendo mayores esos niños, la novela se convierte en una especie de relectura de Las ventajas de ser un marginado. Pero bueno, esa parte de la novela, que es más o menos la troncal, está llena de paja. O sea, sobran páginas. No es que yo sea contrario a las novelas largas, pues Cualquier otro día (Dennis Lehane) o Al este del Edén (John Steinbeck) están entre mis novelas favoritas, pero no es plan de escribir una novela larga porque sí. 

Luego llega la parte que a mí me ha resultado más aburrida y pesada del libro, que es la que refleja los años universitarios de los muchachos. Me resultó que ahondaba en cosas que ya había tocado cuando narraba la infancia y adolescencia, aportando poco a la historia. Este tramo del libro tiene un poco de versión contemporánea de Caín y Abel, o más bien de buena parte de la trama del ya citado Al este del Edén (quizá no por casualidad, Dicker menciona a dicho autor en esa parte de la novela). Por otra parte, en dicho tramo de la novela surgen dos personajes llamados Colleen y Luke. ¿Por qué los menciono? Porque me parece que su historia no hay por dónde cogerla. O sea, es artificial, cliché, pretenciosa (¡qué malo es el tío!) e inverosímil. A mí me recordó vagamente a El cartero siempre llama dos veces. Como tantas veces en el negro sobre blanco de este escritor, en un momento dado, hay un encuentro entre los dos bastante casual. Pero bueno, esa parte de la novela tiene alguna casualidad más. Por ejemplo, una ventana accesible desde la calle que está abierta por Dios sabe qué. O lo mismo con una bolsa que se rompe. Ese fragmento me recordó a los hechos que ocurren una habitación de hotel en LVSECHQ. Además, los personajes demuestran bastante ingenuidad en esa vertiente de la novela. 

Más tarde llega un pasaje que me ha recordado a la interesante película La última noche (originalmente, 25th hour), de Spike Lee, pero en el caso de esta novela sucede tras una condena por asesinato (se me hizo raro). Pero bueno, al menos la novela empieza a coger ritmo e interés y ya es fácil acabarla del tirón. Por desgracia, lo que surge de ahí es un poco más de lo mismo: una narrativa más o menos entretenida pero a base de clichés, como sacada de uno de esos thrillers de sobremesa que emiten en Antena 3, así como más comportamientos absurdos e ingenuos por parte de los personajes. Quizá, además, como demasiado atropellado. Es así como llegamos al tan cacareado "Drama", que es un poco lo que te esperas desde lejos pero que no quieres que suceda. ¿Por qué digo esto último? Porque es poco original, poco especial, incluso torpe. Las páginas que quedan después de esta revelación resultan un añadido entre poco y nada sustancial.

Uno de los problemas de la novela, al margen de todo lo ya comentado, es que tiene un narrador equivocado. ¿Por qué? Porque Marcus Goldman no puede saber ciertas cosas. Esto resulta evidente cuando nos habla de Luke o de los sucesos que desembocan en el "Drama". ¡No puede conocerlos! ¡No tiene forma alguna de hacerlo! ¿Es que nadie se ha dado cuenta de eso? ¿Hay que entender que hay cosas que suceden en la novela, sobre todo conversaciones, que son invención del propio Marcus? No sé, lógicamente, hubiese sido lo suyo emplear un narrador externo, el típico narrador omnisciente. Por otra parte, se ve poca conexión entre el Marcus Goldman de LVSECHQ y el que aparece en esta novela. De hecho, parece que Joël Dicker reescribe el personaje de su madre. Y dicho sea de paso, sigo pensando que a Marcus Goldman le falta carisma para ser narrador y llevar todo el peso de la novela sobre sus hombros. Pero, en fin, parece que lo rescató para la causa por el tirón de su otra novela (aún así, podría haber utilizado un narrador externo para contar la historia).

Otra cosa que no me ha gustado es que los personajes parecen ser meras piezas de ajedrez para Dicker. O sea, los mueve a su antojo y no se les ve vida propia, algo que sí sucede en grandes novelas. En este sentido, recuerdo unas palabras de Camilo José Cela: "En La familia de Pascual Duarte, yo escribí un guion. Pero, antes de llegar al final del primer capítulo, pues resulta que el personaje ya se me había ido por otro lado". Aunque sus palabras continúan, creo que ese fragmento ya dice bastante.

Apuntar también que el asunto del nombre del estadio me ha parecido que sobraba un poco. No es muy verosímil y lo que se esconde tras ello resulta pobre y hasta ridículo. Dicker quiere crear suspense con el por qué del nombre, pero luego no hay prácticamente nada detrás. Por tanto, a mi entender, fracasa en ese aspecto de la novela.

Sí le reconozco a Dicker su buen manejo de los saltos temporales y el trabajo que hay detrás de ellos. Por desgracia, resulta tramposo que cambie de tiempo narrativo con la arbitrariedad con la que lo hace. Antes de revelarte algo, se va al presente o al pasado. Solo busca crear suspense, claro, pero hacerlo así es hacerlo de manera artificial. Por otra parte, es repetir la fórmula ya empleada en LVSECHQ. ¡Y que ha vuelto a repetir en El caso Alaska Sanders (publicado este mismo año)!

En cuanto a la capacidad narrativa general del autor, decir que me parece correcta pero no brillante. Es como si escribiera con el piloto automático, en vez de hacerlo con garra, poniendo todo su corazón y llevando sus neuronas al límite. Es mi percepción. Además, noto cierta inmadurez en él. No sé, la forma de contar algunas cosas, algunos caminos que siguen los personajes, etcétera me hacen pensar en alguien que aún no ha superado mucho la adolescencia (adviertan que esta etapa de la vida tiene mucho peso en sus novelas). Pero bueno, aquí estoy haciendo un poco de psicoanalista y puedo equivocarme. Lo que tengo claro es que, por desgracia, no he observado una evolución en él si ponemos LVSECHQ como referencia.

Así pues, si valoré LVSECHQ con un 6 (sobre 10), en el caso de El libro de los Baltimore no puedo pasar del 5'5, siendo más bien un 5 pelado. A mi juicio, es peor novela, con un tufillo a refrito que tira para atrás (ya he citado algunas referencias) y con una falta de profundidad casi desconcertante (está bien que cite a Steinbeck, pero ya podría aprender algo de él).

Como tengo previsto leer El caso Alaska Sanders, por razones que no vienen al caso, veré si ahí sí hay una evolución. Pero antes de hablaros de ella, espero traeros la reseña de otra novela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario