lunes, 24 de octubre de 2022

'El caso Alaska Sanders' - Joël Dicker


Aquí estamos otra vez, y hoy lo hago para rematar la serie protagonizada por Marcus Goldman. Después de traeros La verdad sobre el caso Harry Quebert [en adelante, LVSECHQ] y El libro de los Baltimore [en adelante, ELDLB], hoy vamos con El caso Alaska Sanders [en adelante, ECAS], que se ha publicado este mismo año 2022. Evidentemente, el escritor de esta novela, como de las otras dos, es el suizo Joël Dicker (Ginebra, 1985). De nada, Dicker y Alfaguara, por la publicidad que os hago.

Debo decir que esta reseña va a ser un poco diferente, y muy extensa, porque tengo que mencionar un montón de cosas de la trama. ¿Por qué? Pues porque quiero argumentar más o menos bien mi opinión sobre la novela. Aun así, trataré de ser discreto y no reventar la novela a nadie. Es por eso que eludiré mencionar algunas cosas demasiado troncales, aun obviando que mi postura sería más sólida de poder ofreceros todo eso. En cualquier caso, pediría a los más puntillosos que no lean esta reseña si aún no han leído la novela y quieren hacerlo.

SINOPSIS [Fuente: Alfaguara]:
«Sé lo que has hecho». Este mensaje, encontrado en el bolsillo del pantalón de Alaska Sanders, cuyo cadáver apareció el 3 de abril de 1999 al borde del lago de Mount Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire, es la clave de la nueva y apasionante investigación que, once años después de poner entre rejas a sus presuntos culpables, vuelve a reunir al escritor Marcus Goldman y el sargento Perry Gahalowood. A medida que irán descubriendo quién era realmente Alaska Sanders, resurgirán los fantasmas del pasado, y entre ellos, especialmente, el de Harry Quebert.

La pregunta que me queda después de leer esta novela es la siguiente: ¿puede ser buena una novela que necesita que el lector apague su cerebro? Reflexionen un poco sobre ello y, uno vez hecho, acompáñenme a diseccionar la novela.

Lo primero de todo es que, una vez más, ya tienes que tragar con el asesinato de una chica joven, blanca, guapa... Gracias por la originalidad, Dicker, gracias por lo rompedor de la propuesta. Pero claro, si la víctima fuera un negro de sesenta años, no le importaría a nadie. Cojonudo.

Aparte de eso, al principio del libro hubo algo que ya me dio mala espina. Admito que es una chorrada, pero yo ya me puse en alerta. Pues bien, cuando se narran hechos del 3 de abril de 1999, se menciona que quedan dos semanas para el/la maratón de Boston. Fui a Google y vi que dicha maratón, en aquel año, se celebró el 19 de abril. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, unas decenas de páginas después, cuando se está narrando el 4 de abril, se menciona que quedan tres semanas para el maratón.

Luego llega todo el tema de la escena del crimen, que es para mear y no echar gota. Por ejemplo, se habla literalmente de "[...] larvas de moscas endémicas del lago Skotam" para justificar -vía forense- que Alaska murió allí. Claro, porque las moscas no vuelan, no se meten en coches y no pueden aparecer ni poner sus huevos a varios kilómetros del dichoso lago. De hecho, cabe mencionar que las moscas no necesitan agua para reproducirse, así que es difícil entender que haya especies que estén tan apegadas a ese lago. Pero vamos, aunque no fuera así, ya digo que las moscas aparecen aquí y allá (por eso uno se encuentra moscas en cualquier lugar). Por supuesto, aunque supongo que está basado en el lago Squam, Dicker se inventa el lago para que nadie pueda decirle que en ese lago no hay moscas endémicas. Pero sí se le puede decir lo que he dicho en este párrafo. Dicho sea de paso, fue leer esa frase y pensar: "¡Cuánto daño ha hecho C.S.I.!".  Además, si no saben exactamente cuándo murió ("entre la una y las dos de la madrugada", dice el forense), ¿cómo pueden negar la posibilidad de que muriera en la otra punta del lago? O en Mount Pleasant, por ejemplo, si pensamos en la aplastante lógica de que alguna mosca pudiera haberse alejado del lago (repito que vuelan y hasta se meten en los coches). Con esa laxitud en cuanto a la hora del crimen, es imposible negar que pudieron trasladar el cadáver unos cuantos kilómetros desde el lugar donde Alaska murió. Luego, siguiendo con el tema de la escena del crimen, vemos que se habla de barra de hierro para más tarde hablar de maza. También es curioso que no busquen el arma del crimen por la zona, especialmente con buzos en el lago (Dicker no debe haber leído Mystic River), pero es que parece que tampoco busquen huellas de pisadas. No entiendo nada.

Luego nos encontramos con que la dichosa nota del «Sé lo que has hecho» [nada pretenciosa y cliché] está impresa con un defecto. ¡Ya es casualidad! Bueno, casualmente también, dan con la dichosa impresora defectuosa. Como los investigadores iniciales de esta novela no usan el cerebro, no se les ocurre pensar que puede haber otras con ese defecto. No, en el mundo solo hay esa. Pues vale. Más tarde dan con una especie de jersey corporativo que lleva escritas las siglas M.U. Dicker nos pide (exige) que nos creamos que los policías son tan inútiles que no saben de qué va el asunto, incluso aunque hablan con gente relacionada con ello. Es más sangrante si cabe porque poco después se dice que hay miles de personas que tienen un jersey así, y se entiende que casi todos son de esa zona de Estados Unidos. O sea, es un poco como si en una comisaría de Girona nadie supiera que quiere decir el F.C.B. de una sudadera.

Seguimos avanzando en la trama. Muere una persona en su coche (cosa rara con la que hay que tragar, porque ni era una persona mayor ni nada, pero bueno). La cosa es que esta persona es familiar directo de un policía que está investigando el caso Alaska Sanders. Aunque la muerte de esa persona se cataloga como natural, ¿por qué no se procesa o registra ese coche? ¿Ni siquiera el policía en cuestión tiene curiosidad por saber si en ese coche había algo que pudo causar la muerte a ese familiar? Luego hay un cacao en una sala de interrogatorios que no hay por donde cogerlo. No puedo comentarlo mucho por lo de los spoilers, pero diré algo: casualmente, en ese momento solo hay dos policías en la comisaría.

En este punto de la novela cualquiera puede darse cuenta de que el narrador es equivocado (una vez más en esta serie de novelas). Esto se ve, por ejemplo, en los diálogos entre el sargento y su compañero que tuvieron lugar durante 1999. Pero es que el Marcus llega a reproducir conversaciones donde no estaba ni siquiera quien le habla de aquellas escenas. O sea, es como si yo reprodujera un diálogo entre Putin y el ministro de interior ruso por mediación de Pedro Sánchez. No tiene sentido, ¿no? Además, sigo pensando que Marcus Goldman no tiene carisma suficiente para llevar el peso de una novela. No sé, por ejemplo Lucas Davenport, protagonista de una larga serie de novelas de John Sandford, es otro nivel [por cierto, ¡que traduzcan más libros suyos!].

Sigamos con la trama. Aparece el típico mensaje con letras recortadas de periódico (otro cliché). Pues bien, aunque cueste creerlo por lo estúpido del asunto, tras las letras aparece parte de la dirección del emisario. Diría que también es en este tramo de la novela cuando aparece un personaje que llama "cordera" a su mujer. Sí, "cordera". No sé si es cosa de la traducción o qué, pero en fin... Poco después, si no recuerdo mal, hay un personaje que dice que cualquiera podría haber entrado a su casa para imprimir unas hojas. ¡Claro, lo típico! ¿Quién no ha estado nunca un poco aburrido y ha realizado un allanamiento de morada para imprimir unas noticias del Marca?

Por otra parte, me hizo gracia lo que se dice sobre la pena de muerte, porque Harry Quebert, en el libro que protagoniza, se quejaba del miedo a ser condenado a la silla eléctrica. Pero en esta novela, en cambio, hay un personaje que afirma que no existe la silla eléctrica en New Hampshire. Sin embargo, para rematar la faena, seguidamente se dice que el medio de ejecución es la horca. ¿En serio? ¿Desde cuándo se ejecuta a alguien con la horca en New Hampshire? El método allí es la inyección letal. La horca es solo una alternativa. De hecho, creo que en todo Estados Unidos no se ejecuta a alguien por medio de una horca desde 1996, y fue porque el acusado no quiso la inyección letal y optó por esa alternativa.

También tenemos el dueño de un bar que no puede decir si alguien estuvo allí o no cierta noche. Sin embargo, luego se sabe que aquella noche hizo un montón de fotos del interior del bar. ¿No podría haberlo dicho en su momento? No tiene sentido. Como tampoco que esas fotos acaben llegando a quien llegan.

Luego, aunque ya he citado alguna, abundar en algo típico en las novelas de Dicker: las casualidades que le vienen muy bien para tejer la trama. Por ejemplo, cuando dos chavales quieren 'fichar' por una universidad pero, curiosamente, solo hay plaza para uno de ellos. (Por cierto, ese pasaje es muy parecido a uno de ELDLB). Por cierto, este pasaje se nos menciona que hicieron una prueba que constaba de una carrera de 100 metros y otra de 4 km. Lo de los 4 km me chirrió bastante, porque no es distancia olímpica ni nada. O sea, ¿por qué no 5.000 m? O, teniendo en cuenta que están en USA, dos millas (3,2 km). Quizá es típico en Estados Unidos hacer pruebas de 4 km, pero a mí me chirrió.

Algo que ya me molestó a estas alturas de esta novela es que algunos personajes cuenten en 2010 cosas que no contaron en 1999 (evidentemente, esto ayuda a que haya trama). Me refiero a cosas que, a todas luces, podían/pueden ser importantes para resolver el caso. Como por ejemplo eso de que el novio de Alaska sospechaba cierta cosa sobre ella. Pero vamos, lo de cierto personaje ya es la leche. Se pasa ¡11 (once) años! en la cárcel, acusado de asesinato, y no le da por contar nada nunca. Además, es alucinante la cantidad de personajes que grabaron o escribieron algo en aquella época, como si ya supieran que alguien de su entorno iba a morir y quisieran añadir pistas o pistas falsas al asunto. Queda artificial.

¡Ah, la pintada de "Puta infiel"! Otro cliché estúpido y mal rematado (aquí hay otra casualidad que en fin...). También en esa parte de la novela, ojo a lo que dice Marcus, en referencia a él mismo, a su amigo sargento y a otra persona que investiga con ellos: "Pero todos sabíamos que no hay nada sin trascendencia en una investigación policial". Joder, pues tu amigo sargento ya se podría haber aplicado el cuento en 1999, cuando se dejó varios cabos sueltos (lo de "Puta infiel", lo del amante...)

Seguimos. El robo. ¡Ay el robo! Otra cosa que parece sacada de ELDLB y que, por otra parte, tiene poco sentido. Sin entrar en más detalles, ¿cómo es posible que lo cometan con un coche sin matrículas? ¿Cuándo las quitaron y volvieron a poner? Porque, hombre, un coche sin matrículas canta mucho. ¿O debemos pensar que hicieron mil kilómetros sin matrículas? Por otra parte, siguiendo con el mismo asunto, ¿por qué los investigadores no van a ver al policía que atropellaron? Me llamó la atención que no lo hicieran, como si no pensaran que podría haber descubierto quiénes lo habían atropellado y se hubiera vengado. Claro, yo pensé que quizá Dicker había pasado por alto eso, que había pasado del policía, con el objetivo de no darnos pistas de que él era quien estaba detrás de todo.

Por cierto, en este punto de la novela ya nos hemos enterado de que los investigadores se pasan los días de aquí para allá. Sin embargo, sorprende que nunca avancen nada en esos viajas, que nunca se les ocurran hipótesis, como si les gustara hacer horas de carretera en absoluto silencio (y con el cerebro apagado).

Ojo, que llegamos a una superfrase que Harry Quebert le dedica a Marcus Goldman; "[usted es] uno de los mejores escritores que haya conocido nuestro país". ¡Chúpate esa, John Steinbeck! ¿Cómo puede Dicker escribir una cosa así y quedarse tan (p)ancho? Es alucinante, absolutamente alucinante. O sea, aunque es suizo, Dicker se pone a sí mismo a la altura de los mejores escritores estadounidenses (evidentemente es él quien escribe las novelas narradas por Marcus Goldman). Como dice un usuario de GoodReads, se desprende -y no solo por esa frase- que Dicker tiene un ego que no cabe en Suiza.

Otro punto interesante: cuando, a última hora, la antigua compañera de Alaska se acuerda de cierta impresora. Así, sin venir a cuento. Esos 'trucos de magia' restan credibilidad a la novela y resultan molestos. Igual que otro aspecto de la novela: la arbitrariedad en el conocimiento entre los vecinos del pueblo. Quiero decir que es como que hay gente que es conocida en la localidad y gente que no. Esto pasa en la vida real, pero no con la arbitrariedad que aquí se manifiesta. Al final, uno no sabe si Mount Pleasant es un pueblo de doscientos habitantes o una ciudad de diez mil.
 
Más. A los investigadores les hablan de un coche azul, que, a todas luces, es clave en la investigación y no son capaces de preguntar qué clase de azul era (celeste, marino...) ni cómo era el coche más allá de eso (grande, pequeño, etc.). Luego está el supuesto asesino que trata de matar a una persona porque sabía cosas sobre el caso, pero lo cojonudo es que lo hace una vez ya hay un condenado por el crimen. ¿Qué necesidad tenía? Ya habían culpado a otro, quien no podía cometer un asesinato porque estaba en la cárcel. O sea, era ponerse en el foco tontamente. Otro aspecto: los padres de una chica conservan libretas de su hija durante doce años y ¿tiene que ser el sargento quien descubra que hay algo importante ahí? La policía también parece que estaba desaparecida en 1998, pero bueno.

Seguimos. Hay un momento en el que buscan casas con ciertas características porque quieren encontrar a alguien que, doce años atrás, cuando andaba por los 50 años, vivía en una así. Lo gracioso del tema es que descartan algunas de ellas porque sus habitantes son demasiado jóvenes o viejos. Claro, muy normal, porque no puede ser que doce años después sea un hijo quien vive allí. Por ejemplo. No sé, ¿una persona tiene que vivir desde los 0 a los 80 años en la misma casa? Luego es curioso que, pese a que están buscando la casa por cierta localidad, no sepan que hay una isla habitada al lado de la población en cuestión. ¿No saben usar Google Maps? Por cierto, en esa isla de dos mil habitantes (según nos dicen) hay una "ciudad". Una ciudad de dos mil habitantes, OK. 

Por otra parte, es gracioso como el universo hace un clic cuando los investigadores se van a ir de los sitios. He comentado lo de la compañera de Alaska, pero no es el único caso. Es como ir a una discoteca a ligar, fracasar en el intento, para luego triunfar cuando estás abriendo la puerta de casa. Y, además, que esto se repita al día siguiente. Muy lógico todo. También resulta artificial que alguien que precisamente no es pobre conduzca el mismo coche que hace doce años. Pero bueno, como a Dicker le va bien que sea así, nos tenemos que creer que los investigadores han dado con uno de los tres únicos ricachones estadounidenses que siguen conduciendo el mismo coche que doce años atrás.

Más avanzada la trama, detienen a la persona que llevan mil horas buscando por el asesinato de Alaska, aunque es evidente que no es él (demasiado fácil, digamos), y lo detienen por ello sin ninguna pista sólida. Pero no es solo que lo detengan, ¡es que hasta cierran el caso! Coño, Dicker, que se note que estudiaste Derecho. Luego están las coartadas que descubren -tarde, claro, porque si no no habría trama- y que son de risa. Casualmente, hay un tipo en cuestión que estuvo en ceremonias las dos noches clave de la investigación. Joder, ¿pero se pasaba la mayoría de días en bodas y galas o qué?

Vamos con otra de las superfrases de la novela: "[...] aunque Xxx se acostara con una xxx tres décadas más joven que él". Pero vamos a ver, si coges los datos que nos hacen tener referencias de la edad de ambos personajes (los 15 años que se lleva con su mujer, los 10 años entre su mujer y Alaska y que Alaska era algo menor que la chica esta), se deduce que no se llevaban más de veinticinco años. En fin, uuuuuna más de Dicker. Cojones, Dicker, crea un documento con las fechas de nacimiento de los personajes. No es tan difícil.

Luego se nos cuenta una historia de amor que se nos cae de primeras. ¿Por qué? Porque anteriormente se nos había contado que una de las personas tenía un lío con otra persona. Es el peligro que tiene (la pretenciosidad de) ir sumando piezas a una novela: acaba siendo casi imposible que todo encaje bien. Es verdad que luego Dicker nos deja caer que aquello solo era como un entretenimiento. Ya, claro, lo dices ahora.

Por otra parte, me gustaría saber cómo y dónde se arregla un coche maltrecho después de atropellar a un policía con él. Es otro punto más donde vemos la artificialidad de la novela, porque además hay dos casos iguales en la novela y si tratan de forma muy diferente (exigencia de guion, claro). En el primero se nos hace saber la dificultad que tiene esto, pero en el segundo caso no se nos comenta nada. Es algo que hacen sin más, como si uno se comprara una bolsa de pipas.

En cuanto a la identidad del asesino no voy a comentar básicamente nada (por motivos obvios), pero la verdad es que yo, cuando se descubrió el pastel, me resistí a creer que era esa persona. No sé, esperaba algún giro más, sobre todo teniendo en cuenta los giros y regiros de LVSECHQ. En cualquier caso, aunque me dejó un poco frío, creo que esa resolución del caso está mejor que la de LVSECHQ. Eso sí, prácticamente es la única mejora que percibo, cosa que resulta un poco triste. Si bien podría apuntar que se agradece la nula presencia de la insufrible madre de Marcus, aunque se hace extraño que Dicker la borre del mapa como si nunca hubiese existido. Supongo, claro, que tiene que ver con que muchos lectores de LVSECHQ criticaron ese aspecto.

En los últimos estertores de la novela se nos deja caer un nuevo caso a investigar. Por supuesto, la muerte de otra chica joven (17 años). O sea, igual que Nola (15 años) en LVSECHQ y que Alaska Sanders (22 años). Por cierto, en cuanto a ECAS, se nos deja caer que también la están adaptando al cine. ¡Claro, Dicker, son novelas tan buenas! Por cierto, suponiendo que haya novela sobre el caso de la chica de 17 años, espero que el "sargento" y el "escritor" hayan dejado de dirigirse así entre ellos todo el rato (cosa que ya pasaba en LVSECHQ), porque parece que tienen once años y resulta insufrible.

En cuanto a la estructura, el estilo y esas formalidades, hay varias cosas a comentar. Por ejemplo, no entiendo esa necesidad de que un diálogo vaya a revelar algo y se pase a contar ese momento en plan narrador omnisciente. Pero bueno, ya digo que estamos ante un caso claro de narrador equivocado. En cualquier caso, creo que Dicker sí se maneja bien en el ir y venir entre escenas y tiempos narrativos, aunque a veces se valga de artificios y casualidades para ello. Por desgracia, esa estructura general de diálogo más escena incorporada (que suelen tener bien de diálogo también) no alcanza para dar una buena atmósfera a la novela. Creo que hubiera estado bien recortar diálogos -que tampoco son una maravilla- y trabajar en esa atmósfera (¡y aportar profundidad!), con descripciones de ambientes, de personajes, etcétera. Hubiera resultado una novela menos artificial. La prosa, en general, es correcta (no brillante). Eso sí, me ha chirriado el uso de flechas, como si fueran los apuntes de un estudiante y no una novela. No sé, ¿no era capaz de narrar los hechos de una forma natural?

En cuanto los personajes, es un poco lo ya visto en novelas anteriores de Dicker. Resultan artificiales, como demasiado dirigidos en pos de la trama (son una comparsa de ella), sin vida propia. En general, resultan planos, sin casi profundidad, como poco trabajados. Por ejemplo, las madres de los personajes son un poco iguales y los padres parecen más bien comparsas. Tampoco se los describe mucho: ¿Son altos o bajos? ¿De qué color tienen el pelo? No tiene mucha importancia, pero son detalles que generan realismo y riegan la novela de una atmósfera. Más importancia tiene la descripción psicológica, pero ahí Dicker hace su trabajo aún peor. Es por eso que cuesta empatizar con los personajes (así como, repito, que falte profundidad). Creo que estaría bien que leyera algo del gran Dennis Lehane, que sí es un maestro en la construcción de personajes (qué fácil es empatizar con los personajes de Mystic River, por ejemplo).

Por otra parte, soy de la opinión -y, por reseñas que he leído, creo que somos muchos- de que a esta novela le sobra una cantidad ingente de páginas. Por ejemplo, la primera parte, la de la investigación inicial, se podría haber resumido. El pegote de los sosos amoríos de Marcus creo que sobra bastante (además, se supone que en esta época él estaba muy enamorado de Alexandra, y lo digo porque ELDLB va bastante de eso,). Las constantes alusiones a LVSECHQ y ELDLB ya ni digo lo que sobran (¡qué descaro de autobombo!). Y el pegote de las apariciones en escena del pesado de Harry Quebert, siempre un tanto esperpénticas, pues ya tal.

Resumiendo, a esta novela le sobra artificialidad y pretenciosidad (trama demasiado rebuscada, por ejemplo). Se puede escribir una buena novela policiaca sin tantos saltos (temporales, espaciales, etc.) y cabriolas. No es necesario (marear y) buscar sorprender al lector todo el rato y, de hecho, es contraproducente cuando algunas de esas sorpresas o sus coyunturas no están bien construidas. Eso ya lo tenía LVSECHQ, la verdad, pero creo que era una novela más conseguida, menos incongruente. Por lo que había visto (tiene un 4,32 sobre 5 en GoodReads), pensaba que esta sería igual o incluso algo mejor. Sin embargo, a mí me parece claramente peor y ha sido bastante desquiciador, porque, cuando quería olvidarme de una incongruencia o un mal golpe de efecto, aparecía otro. Así pues, prácticamente no la he disfrutado. No puedes repetir los mismos ingredientes (leitmotiv, estructura, etc.) y encima cocinarlos creyéndote aún mejor pero, en cambio, haciéndolo peor. Vamos, para mí resulta impactante para mal. Es que, desde mi punto de vista, incluso baja el nivel con respecto a ELDLB (la misma inquietante falta de profundidad, eso sí).

Pero bueno, espero que en la próxima novela, que dudo que lea, ya no repita la fórmula. Que, por cierto, también me ha recordado un poco a un capítulo cualquiera de la embriagadora serie Cold Case (Caso abierto en España), pero menos congruente, más enrevesada y con menos atmósfera. Lo digo porque resolvían crímenes antiguos hablando con antiguos familiares, etc. y te iban poniendo flashbacks. O sea, básicamente es la misma estructura, pero en esta novela no funciona tan bien. 

Considero que es una pena que tanta gente alabe esta novela sin detenerse a pensar en todo lo que yo he comentado aquí (y en alguna que otra cosa más). Esto hace que baje el nivel de lo que se publica y consume. También que no se preste atención a otros materiales literarios mejores. Por ejemplo, es una pena que se publique y se venda tanto -con mucha mercadotecnia, claro- esta novela y, en cambio, solo se hayan traducido al español unas pocos novelas de John Sandford. En fin, yo no sé hacia dónde se dirige la literatura, pero prefiero no saberlo.

Para los amantes de las notas, decir que le doy un 4 sobre 10. No puedo aprobarla debido a la artificialidad, la repetición de la fórmula, la vacuidad de los personajes, la pretenciosidad o la falta de profundidad. Tampoco le doy un 2 o algo así porque no puedo decir que sea un completo desastre. Al menos se lee con facilidad (con tanto diálogo es normal, pero bueno).

[Bueno, pues dejamos esto por aquí. Próximamente volveré a las reseñas más cortas, que no tengo tiempo para esto y tampoco quiero aburrir a nadie. Gracias por la atención, en cualquier caso.]

jueves, 22 de septiembre de 2022

'Mientras agonizo' - William Faulkner


En esta ocasión, os traigo Mientras agonizo, una novela del estadounidense William Faulkner (1897-1962; Premio Nobel de Literatura en 1949) publicada originalmente en 1930 bajo el título As I Lay Dying. Es decir, solo un año después de El ruido y la furia (The Sound and the Fury).
 
SINOPSIS [Fuente: Anagrama]:
Es la quinta novela de Faulkner, y uno de los libros por los que sentía más aprecio. Lo escribió en seis frenéticas semanas, de madrugada, mientras trabajaba como bombero y vigilante nocturno. Relata la peripecia de una familia de blancos pobres, los Bundren, que recorren los parajes rurales del Sur con el cadáver de la esposa y madre en un ataúd para enterrarla en una parcela de su propiedad. La aventura tragicómica está narrada mediante los monólogos interiores de los personajes: el patriarca familiar, los hijos y la propia muerta. Y es en este viaje que Faulkner introduce las obsesiones que fecundan su literatura: la decadencia del Sur, el viaje iniciático, la culpa que atormenta a los personajes, la transgresión y su castigo, el peso opresivo del pasado.

Estamos ante una novela poco ligera, tanto por su estructura como por su prosa. Dicho de otra manera: es de esas novelas que requieren mucho al lector y que no están hechas para leer en la playa. A nivel estructural, nos vemos envueltos en una suerte de narración coral, construida con un total de 59 extractos de 15 personajes diferentes. Esto, evidentemente, ya hace que nos encontremos ante una novela poco común. Más allá de lo novedoso que pudiera ser en su día y del derroche técnico que pueda suponer (creo que esto se ha sobrevalorado), este tipo de narración hace que veamos ciertos hechos desde perspectivas diferentes. A mí esto me parece interesante y atractivo. Por contra, debo decir que hay algún caso concreto en que esto solo sirve para repetir lo ya narrado.

Hay gente que dice que es una novela tragicómica. Yo no lo veo así debido al poco sentido del humor que he visto en este libro, teniendo en cuenta el negro y el resto de colores. Si acaso he detectado alguna pincelada por ahí perdida, de esas que uno no sabe si calificar de agua o calimocho, pero no creo que haya sentido del humor en abundancia ni que se acerque a tal cosa. Básicamente, a mí me parece una novela oscura, inquietante, deprimente y perturbadora (que no son adjetivos despectivos al hablar de una novela).

Los personajes en general y los Bundren en particular son... Bueno, aquí encajaría bien una onomatopeya. A nivel de "Me gustaría que este tío fuera mi amigo" pues como que no. Su adustez, arrogancia, egoísmo, su sentido del orgullo, su hurañía... No sé, es difícil conectar con ellos, aunque seguramente el peor de todos sea Anse (el padre). También ocurre que vemos un pequeño fragmento de su vida, por lo que no podemos entender sus hechos actuales basándote en algún hecho pasado (excepto por alguna revelación puntual que se nos hace). Me hubiese gustado saber más de ellos y entenderlos mejor, sobre todo a Anse y a Darl. No queda del todo claro por qué ocurren cosas que ellos protagonizan ni de dónde surgen, aunque lógicamente uno se puede hacer sus ideas. En cualquier caso, tal vez esto sea pretendido por Faulkner, en esa línea de no dar todo hecho al lector. 

Una cosa que me ha sorprendido de la novela no pertenece a ella en sí misma. Me explico. Había leído en numerosas reseñas que la novela iba del viaje que hacen los Bundren con el ataúd de la madre, por lo que yo había supuesto que la madre muere a las primeras de cambio. Sin embargo, iban pasando las páginas, y Addie seguía vivía. Claro, pensad que en mi mente cada vez resonaba más un "¡Pero cuándo se va a morir!". Pues bien, lo hace cuando la novela cubre el primer tercio (aproximadamente).
 
En cuanto a la trama general, debo decir que, sin parecerme nada del otro mundo, me ha resultado más o menos entretenida. Eso sí, debo confesar que me costó meterme en ella, pues a veces no sabes de qué personaje se está hablando (en ocasiones tardan un poco en revelártelo, de forma innecesaria a mi entender) y porque tampoco conoces (aún) a los personajes y no sabes si un personaje es miembro de la familia, vecino o qué. Bueno, y también por la densidad de la prosa. Además, al hilo de lo expuesto en el anterior párrafo, a mí se me ha hecho un poco pesada hasta la muerte de la madre. Quizá el autor podría haber aligerado esa parte y haber añadido algún flashback, pero qué sabré yo. Luego, el episodio del río creo que también se alarga innecesariamente. Afortunadamente, la parte final del libro se me hizo más amena.

Sobre la prosa, decir que me ha parecido densa en muchos pasajes, siendo quizá excesiva en algunos de ellos. La prosa de la parte final de la novela me ha resultado más liviana. Quizá el autor se cansó de escribir de aquella manera o quizá yo me acostumbré. En cualquier caso, es bastante evidente que este señor escribía bien. Ahora bien, a mí me parece que se preocupaba demasiado del estilo y la técnica (y la estructura). Quizá le saliera así de un modo muy natural, yo qué sé, pero si él mismo dijo que escribir esta novela había sido un tour de force...

También quiero apuntar, aunque está relacionado con el párrafo anterior, que la novela es muy rica a nivel léxico. O sea, es fácil que uno salga de la novela habiendo aprendido unas cuantas palabras.

En cuanto a eso tan humano de poner una nota, debo decir que es una de esas veces en las que no tengo un número bien claro. No sabe uno cómo valorar esta novela, pues fue escrita hace casi un siglo y uno no puede saber el impacto que supuso en aquella época. Si se publicara hoy, probablemente se valoraría menos, pero hay que tener en cuenta el peso histórico de las obras artísticas. Yo tengo en mente el 7'5, pero sucede que valoré La familia de Pascual Duarte con un 7. ¿Qué quiero decir con esto? Que la novela de Cela me parece muy a la par de la Faulkner a nivel de calidad literaria, así que me chirría ese medio punto de diferencia. En fin, disonancias vitales.

Me queda por apuntar que es probable que algún día me atreva con El ruido y la furia, pero dependerá sustancialmente de cuánto tiempo logre mantenerme vivo.

Bueno, queridos lectores, que os sea leve el otoño.

jueves, 15 de septiembre de 2022

'El libro de los Baltimore' - Joël Dicker


[Ya llevaba más de cuatro meses sin actualizar esta cosa. No es que haya dejado de leer, es que la vida me ha llevado por otros derroteros. En fin, pasen y lean.]

En esta ocasión voy a hablaros de El libro de los Baltimore, una novela publicada originalmente en 2015. El autor no es otro que el escritor suizo y francófono Joël Dicker, un escritor bastante joven -nació en 1985- que vende libros como quien inhala y exhala. De hecho, rompió moldes con un libro que ya reseñé por aquí: La verdad sobre el caso Harry Quebert [en adelante, LVSECHQ], publicado originalmente en 2012.

SINOPSIS:
«Si encontráis este libro, por favor, leedlo. Querría que alguien supiera la historia de los Goldman-de-Baltimore.»
Hasta que tuvo lugar el Drama existían dos ramas de la familia Goldman: los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair. Los Montclair, de los que forma parte Marcus Goldman, autor de La verdad sobre el caso Harry Quebert, es una familia de clase media que vive en una pequeña casa en el estado de Nueva Jersey. Los Baltimore, prósperos y a los que la suerte siempre ha sonreído, habitan una lujosa mansión en un barrio de la alta sociedad de Baltimore.
Ocho años después del Drama, Marcus Goldman pone el pasado bajo la lupa en busca de la verdad sobre el ocaso de la familia. Entre los recuerdos de su juventud revive la fascinación que sintió desde niño por los Baltimore, que encarnaban la América patricia con sus vacaciones en Miami y en los Hamptons y sus colegios elitistas. Con el paso de los años la brillante pátina de los Baltimore se desvanece al tiempo que el Drama se va perfilando. Hasta el día en el que todo cambia para siempre.

A los que buscan titulares, podría darles uno: el libro me ha parecido una americanada escrita por un suizo.

Pero bueno, vamos a ponernos manos a la obra con el análisis. La novela empieza un poco de aquella manera, con un anzuelo que consiste en dejarnos caer la existencia del "Drama" que sufrió la familia Baltimore (los Goldman de Baltimore realmente). No sigue mejor porque aparece un perro muy caprichoso al que le gusta perderse para reunir viejas parejas (¡qué verosímil!). Seguimos sin remontar el vuelo, pues se nos presenta a una exnovia del protagonista bastante especial. No es que la chica sea una cantante más o menos conocida (rollo Vanesa Martín en España, por poner un ejemplo), ¡es que es la diva de divas del mundo mundial! Ya puestos, Dicker podría haber resucitado a Marilyn Monroe para hacer ese papel de exnovia. Luego nos introducimos en el mundo de "los Baltimore". Por si no teníamos suficiente con la diva de divas, los Baltimore (o Cursimore) son la familia más maravillosa del universo. Tienen trabajos envidiables, ganan mucho dinero, son muy listos, muy guapos y todo lo hacen bien. 

A partir de ahí, el libro me ha parecido lento y reiterativo, haciendo hincapié en los maravillosos que son los Goldman de Baltimore y dejándonos caer una, otra y otra vez lo bonito que sería poder ser uno de ellos. Esto lo hace hablándonos del tiempo que pasaba con ellos en su infancia y, luego, en su adolescencia. Poco a poco, según se van haciendo mayores esos niños, la novela se convierte en una especie de relectura de Las ventajas de ser un marginado. Pero bueno, esa parte de la novela, que es más o menos la troncal, está llena de paja. O sea, sobran páginas. No es que yo sea contrario a las novelas largas, pues Cualquier otro día (Dennis Lehane) o Al este del Edén (John Steinbeck) están entre mis novelas favoritas, pero no es plan de escribir una novela larga porque sí. 

Luego llega la parte que a mí me ha resultado más aburrida y pesada del libro, que es la que refleja los años universitarios de los muchachos. Me resultó que ahondaba en cosas que ya había tocado cuando narraba la infancia y adolescencia, aportando poco a la historia. Este tramo del libro tiene un poco de versión contemporánea de Caín y Abel, o más bien de buena parte de la trama del ya citado Al este del Edén (quizá no por casualidad, Dicker menciona a dicho autor en esa parte de la novela). Por otra parte, en dicho tramo de la novela surgen dos personajes llamados Colleen y Luke. ¿Por qué los menciono? Porque me parece que su historia no hay por dónde cogerla. O sea, es artificial, cliché, pretenciosa (¡qué malo es el tío!) e inverosímil. A mí me recordó vagamente a El cartero siempre llama dos veces. Como tantas veces en el negro sobre blanco de este escritor, en un momento dado, hay un encuentro entre los dos bastante casual. Pero bueno, esa parte de la novela tiene alguna casualidad más. Por ejemplo, una ventana accesible desde la calle que está abierta por Dios sabe qué. O lo mismo con una bolsa que se rompe. Ese fragmento me recordó a los hechos que ocurren una habitación de hotel en LVSECHQ. Además, los personajes demuestran bastante ingenuidad en esa vertiente de la novela. 

Más tarde llega un pasaje que me ha recordado a la interesante película La última noche (originalmente, 25th hour), de Spike Lee, pero en el caso de esta novela sucede tras una condena por asesinato (se me hizo raro). Pero bueno, al menos la novela empieza a coger ritmo e interés y ya es fácil acabarla del tirón. Por desgracia, lo que surge de ahí es un poco más de lo mismo: una narrativa más o menos entretenida pero a base de clichés, como sacada de uno de esos thrillers de sobremesa que emiten en Antena 3, así como más comportamientos absurdos e ingenuos por parte de los personajes. Quizá, además, como demasiado atropellado. Es así como llegamos al tan cacareado "Drama", que es un poco lo que te esperas desde lejos pero que no quieres que suceda. ¿Por qué digo esto último? Porque es poco original, poco especial, incluso torpe. Las páginas que quedan después de esta revelación resultan un añadido entre poco y nada sustancial.

Uno de los problemas de la novela, al margen de todo lo ya comentado, es que tiene un narrador equivocado. ¿Por qué? Porque Marcus Goldman no puede saber ciertas cosas. Esto resulta evidente cuando nos habla de Luke o de los sucesos que desembocan en el "Drama". ¡No puede conocerlos! ¡No tiene forma alguna de hacerlo! ¿Es que nadie se ha dado cuenta de eso? ¿Hay que entender que hay cosas que suceden en la novela, sobre todo conversaciones, que son invención del propio Marcus? No sé, lógicamente, hubiese sido lo suyo emplear un narrador externo, el típico narrador omnisciente. Por otra parte, se ve poca conexión entre el Marcus Goldman de LVSECHQ y el que aparece en esta novela. De hecho, parece que Joël Dicker reescribe el personaje de su madre. Y dicho sea de paso, sigo pensando que a Marcus Goldman le falta carisma para ser narrador y llevar todo el peso de la novela sobre sus hombros. Pero, en fin, parece que lo rescató para la causa por el tirón de su otra novela (aún así, podría haber utilizado un narrador externo para contar la historia).

Otra cosa que no me ha gustado es que los personajes parecen ser meras piezas de ajedrez para Dicker. O sea, los mueve a su antojo y no se les ve vida propia, algo que sí sucede en grandes novelas. En este sentido, recuerdo unas palabras de Camilo José Cela: "En La familia de Pascual Duarte, yo escribí un guion. Pero, antes de llegar al final del primer capítulo, pues resulta que el personaje ya se me había ido por otro lado". Aunque sus palabras continúan, creo que ese fragmento ya dice bastante.

Apuntar también que el asunto del nombre del estadio me ha parecido que sobraba un poco. No es muy verosímil y lo que se esconde tras ello resulta pobre y hasta ridículo. Dicker quiere crear suspense con el por qué del nombre, pero luego no hay prácticamente nada detrás. Por tanto, a mi entender, fracasa en ese aspecto de la novela.

Sí le reconozco a Dicker su buen manejo de los saltos temporales y el trabajo que hay detrás de ellos. Por desgracia, resulta tramposo que cambie de tiempo narrativo con la arbitrariedad con la que lo hace. Antes de revelarte algo, se va al presente o al pasado. Solo busca crear suspense, claro, pero hacerlo así es hacerlo de manera artificial. Por otra parte, es repetir la fórmula ya empleada en LVSECHQ. ¡Y que ha vuelto a repetir en El caso Alaska Sanders (publicado este mismo año)!

En cuanto a la capacidad narrativa general del autor, decir que me parece correcta pero no brillante. Es como si escribiera con el piloto automático, en vez de hacerlo con garra, poniendo todo su corazón y llevando sus neuronas al límite. Es mi percepción. Además, noto cierta inmadurez en él. No sé, la forma de contar algunas cosas, algunos caminos que siguen los personajes, etcétera me hacen pensar en alguien que aún no ha superado mucho la adolescencia (adviertan que esta etapa de la vida tiene mucho peso en sus novelas). Pero bueno, aquí estoy haciendo un poco de psicoanalista y puedo equivocarme. Lo que tengo claro es que, por desgracia, no he observado una evolución en él si ponemos LVSECHQ como referencia.

Así pues, si valoré LVSECHQ con un 6 (sobre 10), en el caso de El libro de los Baltimore no puedo pasar del 5'5, siendo más bien un 5 pelado. A mi juicio, es peor novela, con un tufillo a refrito que tira para atrás (ya he citado algunas referencias) y con una falta de profundidad casi desconcertante (está bien que cite a Steinbeck, pero ya podría aprender algo de él).

Como tengo previsto leer El caso Alaska Sanders, por razones que no vienen al caso, veré si ahí sí hay una evolución. Pero antes de hablaros de ella, espero traeros la reseña de otra novela.

sábado, 7 de mayo de 2022

'El señor de las moscas' - William Golding

[Reseña a base de cuatro pinceladas, por falta de tiempo]

En esta entrada voy a hablaros de la novela El señor de las moscas, obra cumbre del escritor británico William Golding (1911-1993). Se publicó originalmente en 1954, siendo la primera novela de Golding, y podría decirse que hoy en día se considera un clásico de la literatura universal. Hay un par de adaptaciones cinematográficas, selladas en 1963 y 1990. Incluso en Los Simpson hay un capítulo (el 14º de la 9ª temporada) donde digamos que se homenajea esta novela.

Sinopsis: 
Fábula moral acerca de la condición humana, El señor de las moscas es además un prodigioso relato literario susceptible de lecturas diversas y aun opuestas. Si para unos la parábola que William Golding estructura en torno a la situación límite de una treintena de muchachos solos en una isla desierta representa una ilustración de las tesis que sitúan la agresividad criminal entre los instintos básicos del hombre, para otros constituye una requisitoria moral contra una educación represiva que no hace sino preparar futuras explosiones de barbarie cuando los controles se relajan.

Desde mi humilde punto de vista, esta obra se queda como a medio camino entre el cuento (o la fábula) y la novela. Es evidente que, por extensión, es una novela, pero tampoco creo que acabe de tener un desarrollo accesorio a una novela. Una de las cosas que invitan a pensar eso es que la mayoría personajes, excepto si acaso cuatro de ellos, están poco desarrollos y funcionan un poco como meras comparsas de la trama y de dos personajes en particular. Me hubiera gustado ver más de ellos, saber algo sobre su pasado y ver comportamientos más personalizados (por decirlo de alguna manera). Tampoco ayuda mucho lo inverosímil que resulta la trama en algunos momentos, empezando por el planteamiento. Sí, ya entiendo que hay ver que la novela como una obra sustancialmente alegórica, pero ¿acaso eso no es propio del cuento o la fábula?

Al final, hablamos de novela por lo que se alarga en hacer descripciones del paisaje de la isla, sobre todo en el primer tercio de la obra, y por poco más que eso. Descripciones que, dicho sea de paso, creo que sobran bastante teniendo en cuenta ese carácter alegórico de la novela. Ya podría haber aprovechado ese espacio para ahondar en la psicología de los personajes... Pero quizá lo peor de todo es que dichas descripciones resultan un tanta confusas, como si ni siquiera el propio autor acabara de visualizar bien esos escenarios que describe. Pero bueno, en su descargo habría que decir que cabe la posibilidad de que sea un problema de la traducción.

Por lo demás, no es una novela que esté mal escrita (ya sería raro siendo un clásico de la literatura universal), pero tampoco veo una especial maestría en la prosa o la narrativa que emplea Golding. Los hay mejores en ese aspecto (al menos por lo que Golding demuestra en esta obra). Por ejemplo, Steinbeck y Nabokov, que ya he citado en ocasiones anteriores. Pero puedo poner un ejemplo español: Cela. Y uno femenino: Daphne du Marier. Y también uno actual: Dennis Lehane. Todos ellos, cada con su estilo, me parece que tienen o tenían mejores capacidades descriptivas y narrativas.

En cuanto a lo alegórico o los mensajes que encierra la novela, no voy a decir mucho. Creo que es cosa un poco de cada uno, de su trabajo como de lector pero también de su manera de pensar, y al final también depende del momento vital que estés navegando cuando la leas. O sea, a lo mejor la lees en mayo y te quedas con una moraleja, pero probablemente hubiera sido otra de haberla leído en abril (porque entonces estabas deprimido o lo que fuera y tu percepción hubiera sido diferente). Es que si uno quiere puede entender la novela como una crítica al anarquismo pero también al fascismo. Pero quizá, yo qué sé, no estemos ante una novela tan filosófica, ideológica o política como se puede pensar. En cualquier caso, a mi humilde entender, pienso que no encierra ningún mensaje especialmente poderoso, revolucionario o revelador.

Quería apuntar también que el tramo final de la novela (últimos capítulos) me parece la mejor parte de la misma. Con diferencia, me atrevería a decir. La narración se vuelve más ágil y digamos que ocurren más cosas.

Con todo, no me parece una mala novela, pero tampoco me ha acabado de convencer. En cuanto a lo de ponerle una nota, me cuesta hacerlo porque quizá venga lastrada por una mala traducción (edición que he leído) y porque creo que no ha envejecido muy bien. Esto al final no es que hable muy bien de la novela, porque creo que una novela realmente grande y poderosa debería envejecer bien. El Quijote, Las uvas de la ira o El guardián entre el centeno pueden ser un ejemplo de esto. Pero bueno, no quita que no puedo ponerme en la piel de un tío de los años cincuenta. Supongo que leyéndola entonces sería lógico valorar mejor la novela. Con todo, quizá siendo generoso, le daría un 7 sobre 10.

domingo, 3 de abril de 2022

'La familia de Pascual Duarte' - Camilo José Cela

[Entrada corta, por motivos varios, pero menos es nada]

En esta entrada voy a hablaros de La familia de Pascual Duarte, novela de Camilo José Cela publicada originalmente en 1942 (tengo entendido que empezó a escribirla durante la Guerra Civil). Se considera que con esta obra se dio el pistoletazo de salida al tremendismo, corriente literaria que se cultivó en España en los años 40. El nombre de la corriente lo dice todo, pero a ver qué iba a escribir uno en aquellos años. 

SINOPSIS:
Pascual Duarte, campesino extremeño hijo de un alcohólico, nos cuenta su vida mientras espera su propia ejecución en la celda de los condenados a muerte. Víctima de una inexorable fatalidad, Pascual Duarte es un ser primitivo y elemental dominado por la violencia, única respuesta que conoce a la traición y al engaño. Pero esa siniestra apariencia no es más que la máscara que oculta su incapacidad para luchar con la maldad de los demás y la desvalida impotencia que alberga en el fondo de su alma.

Nos encontramos con una novela que, obviando las notas iniciales, arranca con una primera frase demoledora: «Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo». Podríamos decir que es toda una declaración de intenciones por parte de Pascual Duarte y del propio Cela, porque la novela es básicamente una sucesión de calamidades. Dicho de otro modo, es una novela dura. Hay momentos para pasajes más poéticos o ensayistas, donde parece que Cela se deja llevar, pero la verdad es que se centra básicamente en las calamidades que padece Pascual Duarte. Para mí, demasiadas. Me resulta un poco artificial. Además, creo que pierde la oportunidad de profundizar y desarrollar más algunos aspectos por eso de centrarse tanto en una desgracia y en otra, en una muerte y en otra. Que sea así podría ser entendible si nos ponemos en la piel de Pascual Duarte, pero es un aspecto de la novela que no me ha convencido. Una novela de mayor longitud también hubiera permitido hacer lo que comento, quizá aprovechando esa mayor extensión sobre todo para desarrollar más los personajes. 

En cualquier caso, esas calamidades y fatalidades nos hablan, de alguna manera, sobre lo determinada que está nuestra vida desde nuestro nacimiento. Es decir, ¿hasta qué punto nuestra vida es fruto de su inicial coyuntura? Aunque pudiera ser que Cela solo intente que pensemos en ello, creo que nos quiere hacer entender que mucho. Porque Pascual Duarte llega al mundo con una mala coyuntura y, pese a los típicos altibajos de la andadura vital, es incapaz de hacer algo decente con su vida. Relacionado con esto, hay más preguntas que se pueden desprender de la novela. Por ejemplo: ¿Hasta qué punto la violencia que se vive en la infancia convierte a ese niño en un adulto violento? O también: ¿Las personas somos reflejos de nuestros padres?

Volviendo a lo de ponernos en la piel de Pascual Duarte, quiero decir que no creo yo que él pueda ser capaz de escribir un relato tan pulido. Es decir: ¿Dónde aprendió a escribir así? ¿Dónde aprendió a usar con precisión los signos de puntuación? ¿Dónde aprendió todas esas palabras que emplea? Lo dejo aquí, pero creo que es evidente que no resulta lógico que alguien como Pascual Duarte tenga tal prosa. Y es que la prosa que nos regala Cela es pulcra, brillante, magistral, soberbia. Nos encontramos con un autor que domina la narrativa, la construcción de frases y oraciones. Quizá precisamente la forma de la novela, lo bien que está escrita, sea lo mejor de la misma. Pero es eso, va un poco en contra de Cela porque te hace ver que la narración es suya y no de Pascual Duarte.

Con todo, una buena novela que destaca por su dureza y por la calidad de la prosa, pero que considero que está un poco a medio desarrollar. Dicho de otro modo, a mí me parece una novela de 7 sobre 10.

sábado, 26 de marzo de 2022

'Las ventajas de ser un marginado' - Stephen Chbosky

[Fíjense que he puesto cosas en negrita, como si esta crítica literaria fuera una de esa cosas de unir puntos con rayas para conseguir un dibujito]

En esta entrada voy a hablaros de una novela bastante conocida: Las ventajas de ser un marginado, del escritor estadounidense Stephen Chbosky. Aunque hay que decir que en Hispanoamérica se conoce como Las ventajas de ser invisible. En cualquier caso, la novela se publicó originalmente en 1999 bajo el título The Perks of Being a Wallflower.  Dicho sea de paso, me parece lamentable que la novela se publicara -y se siga publicando- con un título en España y con otro en Hispanoamérica. Por otra parte, el propia autor adaptó la novela como película, tanto escribiendo el *guión* como encargándose de la dirección. Eso sí, pasaron muchos años entre una cosa y otra, porque la película es de 2012 (aunque sigue ambientada a principios de los 90). También, por cierto, es bastante conocida.

SINOPSIS:
Charlie tiene 15 años y se ha quedado solo tras el suicidio de su mejor amigo. Vive con sus padres, su popular y guapa hermana y un hermano mayor que es una estrella del fútbol americano y que está a punto de comenzar la universidad. Su profesor de lengua está convencido de que Charlie posee una gran capacidad intelectual. Tras conocer a Sam y Patrick empieza a comprender lo que es ser un adolescente, y comienza un viaje hacia la madurez que le llevará a recorrer caminos nuevos e inesperados. Con ellos descubre nueva música, empieza a beber, fumar y coquetear con drogas, cambia de amigos… ¡Hasta que se convierte en un joven de verdad!

La novela, ambientada en el nordeste de los Estados Unidos y a principios de los 90, es de tipo epistolar. Quien escribe las cartas es Charlie, un adolescente de 15-16 años (cumple los 16 en plena novela). ¿A quién se las escribe? No se sabe muy bien, porque básicamente no se da información sobre ese sujeto. Es como alguien que pasaba por algún lado en un momento determinado... pero del que Charlie tiene su dirección. Bueno, pues vale. No sé, creo que hubiese sido más interesante plantear la novela de otra manera, quizá como un diario, aunque fuera como si le hablara a su tía Helen o ese amigo que se suicidó. Otra opción es que fueran textos dirigidos a su psiaquiatra. También se podría haber mantenido la idea de las cartas pero con un destinatario que realmente tuviera algún peso y un nexo real con Charlie. Esto incluso podría haber sido un golpe de efecto en la novela, al revelarse o saberse más del destinatario en un momento dado. Desde mi punto de vista, por tanto, creo que la puesta en escena es mejorable. Es como si Chbosky, en ese sentido, optara por un recurso soso y facilón.

Charlie se nos muestra en un principio como un adolescente marginado, utilizando la retórica del título (aunque en ningún momento se mencionan las ventajas de eso). Su mejor amigo se ha suicidado y él arranca su etapa como alumno de instituto. Está más solo que la (l)una, pese a que su hermana, ya en último año, también va a ese instituto. Sin embargo, Charlie no tarda en conocer a un alumno llamado Patrick y a la hermana (Pam) de este. Curiosamente, ambos son de último curso (en la película se dice que son hermanastros y que se llevan tres días), pero pronto se hacen amigos de Charlie. A ver, creo que esto es un poco irreal. Pensar que en un instituto haya amistades entre gente que se lleva más de un curso... Alguna habrá, claro, pero vamos... Un adolescente de 15 años y uno de 17, de alguna manera, están en dos mundos diferentes. Pero bueno, aceptaremos pulpo como animal de compañía.

El problema es que esto rompe un poco con el título. ¿Marginado? ¿Invisible? Pues no sé, en la mayor parte de la novela no lo parece mucho. Joder, si el tío es amigo de gente de último curso que parece pertenecer a lo más guay del instituto. Entiendo que el autor nos pueda hacer entender que los hermanos Patrick y Pam también son marginados, al ser quizá un poco suyos, pero tienen un grupo de amigos y les invitan (y organizan) a fiestas que parecen ser las mejores dentro del ámbito de ese instituto. No tiene sentido. Por otra parte, que se relacionen con Charlie es aún más raro cuando nuestro protagonista da muestras evidentes de tener poco desarrollo social e incluso de ser muy ingenuo y paradito para su edad. Hay momentos en los que no parece tener quince años, sino más bien diez. Ejemplos: no sabe qué es la masturbación, no sabe distinguir una violación cuando la ve y básicamente parece no saber qué son las drogas. ¡Con quince años! A ver, reconozco que las dos primeras cosas se justifican en parte con esa especie de giro final, pero remarco que solo en parte. Como comenta alguna otra persona, yo tenía la sensación de que Charlie, que generalmente es más bien entrañable, tenía algún tipo de autismo.

Por otra parte, me parece una novela un poco pija, snob. Que si fiesta en el casoplón de no sé quién con drogas de diseño a disposición del invitado, que si el padre juega a golf... No sé, no creo que la vida de un adolescente sea mucho como se cuenta en esta novela. Quizá sí la de los adolescentes de ciertos barrios residenciales de Estados Unidos, pero no creo que un adolescente de Ciutat Meridiana, por decir algo, pueda ver su vida muy reflejada en la de estos chicos. Es curioso que tampoco salgan negros, latinos o asiáticos en la novela (ni en la pelicula), más allá de quizá alguno de paso. 

Otra cosa curiosa es que en la novela haya todo esto: una paliza por ser gay, una pelea física entre adolescentes (con el tema de la homosexualidad también de por medio), una violación, abusos sexuales varios, pederastia (hasta tres casos), una muerte en accidente de tráfico, un embarazo adolescente no deseado... El problema es que todo ello en una misma novela, que además es bastante corta, resulta pretencioso -buscando dar golpes emocionales al lector como en una telenevola- y artificial. Más si cabe porque Chbosky tampoco profundiza en ninguna de esas cosas.

En ningún caso me parece una novela compleja ni que haga pensar que el autor estuvo rebanándose los sesos durante un año para sacarla adelante. Carece básicamente de frases, y ya ni digamos párrafos, que llevan al lector a releer ya sea por dejarlo chocado o por sentir necesidad de profundizar en lo leído. Ni es Al Este del Edén ni es Lolita, ni nada parecido.

El giro final puede resultar sorprendente pero es el típico recurso efectista y facilón. Además, Chbosky no lo aborda con el cuidado necesario.

Con todo, me parece una novela entretenida, que se puede leer perfectamente en una tarde. Puede estar especialmente bien para adolescentes, incluso para aquellos sin mucho hábito de lectura, aunque hay que tener cuidado con las moralejas que se pueden sacar (lo divertidas que son las drogas o cosas así). Ahora, si uno busca profundidad, no creo que esta sea su novela. Por otra parte, aunque ya lo he comentado un poco, lo que a mí me ha sacado de la trama en algunos momentos es esa ingenuidad de Charlie y cierta sensación de artificialidad (no quiero desarrollar esto demasiado por no haces spoilers). 

En cuanto a si está bien escrita o no es difícil valorarlo porque Chbosky se pone en la piel de un adolescente que escribe cartas. Esto quiere decir que uno no sabe bien si está valorando la prosa del autor o la del protagonista. En general, es una novela que resulta fácil de leer, aunque creo que patina un poco en algunas construcciones. Pero ya digo, ¿esto se lo achacamos a Chbosky o a Charlie? Tipo listo este Chbosky...

El asunto de la canción "Heroes" de David Bowie ya ni lo comento.

Con todo, recordando el entretenimiento pero también la artificialidad y la poca profundidad, tal vez le pondría un 6 sobre 10. Supongo que hay que valorar más lo primero que lo otro, y de ahí mi nota, pese a que para mí las otras dos cosas también sean importantes. Lo que me parece un poco triste es que la gente valore claramente mejor esta novela que El guardián entre el centeno, que tiene una mejor prosa y una mayor profundidad. En fin, otra victoria del posmodernismo.

domingo, 20 de marzo de 2022

'El guardián entre el centeno' - J.D. Salinger

[Disculpad que no traiga reseñas con mucha regularidad, pero estoy bastante ocupado con otras cosas. Por esta razón, tampoco va a ser una reseña tan completa como me gustaría]

En esta entrada voy a hablar(os) de una de las novelas de culto por excelencia: El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. He leído que se publicó originalmente entre 1945 y 1946, por entregas, aunque en otros sitios se habla que en esa época publicó algunos cuentos o relatos que contenían elementos de lo que luego sería la novela. Lo que está claro es que se publicó como libro en sí mismo en 1951 bajo el título The Catcher in the Rye. Debo decir que yo he leído esta novela en varias ocasiones. La primera vez, alrededor del 2005, lo abandoné bastante pronto puesto que no me sentía cómodo leyéndola, por decirlo de alguna manera. Supongo que es normal porque entonces tendría 11 o 12 años, 13 como mucho (en aquella época no solía leer), y creo que es lo suyo tener al menos 14-16 años para leer esta novela. La última vez que la he leído, con intención de escribir esta reseña, ha sido en estas últimas semanas.

SINOPSIS:
Publicada originalmente en 1945, la obra maestra de Salinger se convirtió inmediatamente en una obra de culto de toda una generación de lectores. La impresionante fuerza con que el adolescente protagonista se mira a sí mismo es de una brillantez sostenida como sólo muy pocos autores pueden lograr. Las peripecias del adolescente Holden Caulfield en una Nueva York que se recupera de la guerra influyeron en sucesivas generaciones de todo el mundo. En su confesión sincera y sin tapujos, Holden nos desvela la realidad de un muchacho enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, y a la experiencia de la sexualidad más allá del mero deseo.

En esta novela, el adolescente Holden Caulfield, de dieciséis años, nos narra una parte pequeñísima de su vida. Tan pequeña que no se alarga más de 48 horas, yendo desde un sábado por la tarde hasta el siguiente lunes a mediodía. La trama arranca en Pencey, una escuela preparatoria de esas made in USA que queda cerca de Nueva York, si bien es precisamente en esta ciudad donde transcurre la mayor parte de la trama. Sin embargo, ya desde los hechos que transcurren en Pencey nos podemos hacer una idea bastante buena de Holden. Es un espíritu libre, un chaval un tanto inadaptado, que no cree mucho en los demás, y que además tiene facilidad para criticarlos y para censurarlos por sus conductas.  Tal vez se pueda decir que tiene más inteligencia y más sensibilidad que sus compañeros de Pencey. De algún modo, parece ver cosas que los otros no ven.

Lo cierto es que no pasa gran cosa a lo largo de la novela, cosa que ha hecho que mucha gente la critique por ello, diciendo que es aburrida, vacía y tal y cual. Pero es que, a diferencia de esos thrillers de usar y tirar, es un libro que requiere ir leyendo entre líneas (sucede mucho en las grandes novelas). Por otra parte, creo que a Salinger no le interesa que pase gran cosa porque él quiere hablarnos del mundo real. Si Holden fuera abducido por extraterrestres probablemente la cosa se pondría más interesante, pero nos apartaría de la crítica al mundo real (específicamente, el de la gente adulta). Porque la novela, en buena medida, me parece un retrato y una crítica a la sociedad adulta, colapsada de corrupción, perversión e hipocresía. Holden no es tonto y se da cuenta de que, con dicieséis años, está llegando a un mundo (el de los adultos) lleno de estos elementos. Es algo que creo que le aterra. Pese a coquetear con el mundo adulto (tabaco, alcohol, sexo), no parece que esté muy interesado en crecer. Es como si Holden, visto lo visto, creyera que en la adultez se halla su perdición. De hecho, me da la sensación de que durante la novela se da cuenta de que está condenado al fracaso. O sea, que él también está condenado a ser parte de ese mundo perverso de los adultos porque no hay forma de mantenerse ajeno a él. Esto impregna la novela de una especie de pesimismo existencial.

Una de las cosas que más llaman la atención es la diferente visión que tiene de los niños con respecto a los adolescente y adultos. Y de ahí vienen el título del libro (Holden lo explica). Para Holden, los niños son como seres de luz. Habla con cariño de ellos (por ejemplo, de sus hermanos pequeños, el difunto Allie y Phoebe). En cambio, no habla tan bien de los adolescentes ni de los adultos (incluyendo a sus padres o a su hermano mayor), a los que ve como seres corrompidos. Básicamente las únicas personas adultas que salen bien paradas son una madre y un par de monjas. Por otro lado, parece que Holden critica que los adolescentes se olvidan de esa inocencia infantil para juguetear con un mundo más perverso (el de los adultos), aunque ya digo que él mismo se siente un tanto atraído por ello. Pero claro, es probable que Holden se sienta sucio por eso mismo y la novela sea un poco una especie de confesión.

Yo no estoy de acuerdo con que sea una novela sobre un adolescente para lectores adolescentes, porque me parece que la novela va más allá de eso. Todo el mundo, independientemente de su edad, puede tener una época en la que sienta perdido y no alineado para con la sociedad. Imaginanse, por ejemplo, la de ancianos que se sentirán así (y más durante la pandemia). Seguramente, no digo que no, esto sea más probable a la edad de Holden, pero puede ocurrir a otras edades. Tal vez la idea de Salinger no fuera tanto hablar de la adolescencia, aunque la refleja muy bien, como en general de la sociedad y el hecho de no sentirse cómodo dentro de ella. Si escogió un protagonista adolescente tal vez fuera porque creyera que la gente se identificaría más con él o sería más indulgente con sus pensamientos y acciones. También puede ser que Salinger se sintiera especialmente perdido durante sus dieciséis años y por eso Holden, que huele a alter ego del propio Salinger, tenga esa edad.

Por otra parte, puedo ser crítico con algunos aspectos de la novela. Por ejemplo, al principio de la novela nos dice que nos va a contar "una cosa de locos" que le ocurrió. Esto puede interpretarse como un anzuelo un tanto efectista y puede llevar a que uno se pase la novela esperando algo que no se va a dar. Porque, como digo, a Holden, como a cualquiera, le pasan unas cuantas cosas a lo largo de esos tres días, pero diría que ninguna "cosa de locos" en sí misma. Por otra parte, también en los inicios de la novela, Holden acaba con la cara hecha un mapa. Sin embargo, vemos que la gente que se encuentra en las siguientes horas y al día siguiente no le pregunta por ello. Salinger podría decir que Holden obvía eso al contarnos la historia, pero a mí me parece una especie de error de continuidad.

En cuanto al estilo de la novela, Salinger imita un poco una narrativa de adolescente, pero no se puede decir que la novela esté mal escrita. Al contrario, pese a ser una prosa sencilla, sin mucho artificio, creo que es notable. Es evidente que Holden nos cuenta la historia repitiendo algunas frases, abusando de algunos conceptos, exagerando en diversas ocasiones, etcétera. En numerosas ocasiones, por ejemplo, nos dice estar deprimido. Hay gente a la que este estilo le molesta mucho, pero uno tiene que entender que Holden es un adolescente y creo que Salinger consigue reflejar que es precisamente un adolescente quien nos habla.

En definitiva, me parece una gran novela. Me cuesta ponerle una nota porque es difícil compararla con otras. Pero bueno, creo que al menos se merece un 8 sobre 10, no pareciéndome descabellado un 9.

miércoles, 5 de enero de 2022

'Novela de ajedrez' - Stefan Zweig

[Feliz 2022 a todxs]

En esta entrada voy a hablaros de Novela de ajedrez, del escritor austriaco Stefan Zweig. Esta novela corta se publicó originalmente a principios de los años 40 -en plena IIGM- bajo el título Die Schachnovelle. No he podido recabar información certera de si se publicó antes o después de la muerte de Zweig (se suicidó el 22-2-1942). He encontrado las siguientes (des)informaciones: que se publicó en 1941 (en mi edición sale eso); que se escribió entre 1941 y 1942; que se escribió entre 1938 y 1941; que se publicó en 1943 (esto parece poco probable dado que en algún lugar se recogen varias ediciones de 1942). Por otra parte, parece ser que el próximo mes de febrero se va a estrenar en España una película alemana que se basa en esta novela y que no pienso ver. Y ya puestos, decir que ya se adaptó cinematográficamente en 1960 (un film igualmente alemán).

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Sinopsis (extraída de la edición que yo he leído):

Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual, Mirko Czentovicz se reveló, ya desde niño, como un genio del ajedrez, del que ha llegado a ser campeón del mundo. Pero, en un viaje en barco de Nueva York a Buenos Aires, se le presenta un enigmático contrincante: el señor B., noble vienés que huye de los nazis. Uno de los pasajeros del vapor se acerca a los dos personajes acompañando al lector a la confrontación entre los dos jugadores. Si Novela de ajedrez nos presenta el choque de dos naturalezas antagónicas, nos muestra también, y en buena medida, la capacidad de resistencia del ser humano sometido a una presión extraordinaria. Y todo ello con unas grandes dosis de intriga y maestría.

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Esta crítica va a costar porque casi todo el mundo habla de esta novela como muy buena o directamente excelente...

Pero empecemos...

La novela se nos cuenta a través de uno de los hombres que van en el barco. Sin embargo, en ningún momento la novela gira alrededor de este, así que tampoco llegamos a saber gran cosa suya. Más que nada, por alguna cosa que dice o hace, vemos que es un hombre un poco desagradable por envidioso y vivir un poco desde los demás, queriendo quedar por encima de ellos. Parece que tenga cierto complejo de inferioridad. Ya digo que no hay mucho que rascar del personaje, pero...

Lo realidad es que, a las primeras de cambio, la trama se va en busca de otro de los viajeros: Mirko Czentovicz. Sabemos desde el principio que es campeón del mundo de ajedrez. Luego la trama se centra en su historia vital, bastante agradable de leer pero un poco pillada por los pelos. Resulta un poco sorprendente que de ahí y de esa persona (un incapaz intelectual, en buena medida) pueda salir tal talento para el ajedrez. Además, creo que se nos habla de él desde una perspectiva tendenciosa, como para hacernos pensar que es el malo de la novela. Esto es algo que puede estar bien en un cuento, pero en una novela... Cuando yo leo una novela quiero que me traten como a un adulto y ese detalle no me gustó.

En cuanto al otro personaje principal de la novela, el señor D., pasa lo contrario. Se nos presenta claramente como el bueno de la novela, recurriendo a que fue víctima de los nazis y tal y cual. Su historia, un poco repetitiva y tediosa para mi gusto, también está un poco pillada por los pelos. Entre otras cosas porque los nazis que se nos presentan en esta novela son un poco de broma. Dicho de otro modo: sucede un poco como en la película La vida es bella. Pero en fin, el resultado de estos dos personajes principales es de una trama maniqueísta. Por otra parte, ya es curioso que ambos personajes coincidan en el mismo barco...

En cuanto al desenlace de la novela, decir que me ha parecido correcto pero no maravilloso ni impactante. De hecho, resulta más o menos predecible.

No quiero hablar más del grueso de la trama, pero comentaré algunos detalles de la novela. Hablaré de otro de los personajes de la novela: un escocés llamado/apellidado McConnor. Entre otras cosas, se nos habla de él más o menos como un alcohólico y se nos dice que tiene un enfermizo amor propio. Es curioso que tanto el personaje serbio, de origen humilde y rural, como el escocés sean un tanto desagradables y de baja estofa; y , en cambio, el personaje vienés y burgués sea un hombre inteligente e intachable. ¿Adivinen qué era Zweig? Sí, vienés y burgués. Así pues, puede entenderse que de la novela se desprende un tufillo racista y/o clasista. Teniendo en cuenta que Zweig -de raíces judías- se exilió debido al ascenso de los nazis, se entiende que de haber algún tufillo sería más bien clasista.

Por otra parte, creo que para ser una novela de tal título y tal contenido -el ajedrez tiene un peso notable- no está muy conseguida la imagen y narrativa de dicho juego/deporte. Es decir, realmente no se acaban de describir jugadas. Todo te lo tienes que imaginar tú, restando credibilidad a lo que se narra. En este sentido, pasa como en la película El ilusionista, donde realmente no se entra en los trucos, en la magia. Pero es que incluso he leído un par de reseñas de jugadores de ajedrez -yo no tengo apenas idea- en las que dicen como que resulta irrisoria la imagen que se da del ajedrez en la novela. De todos modos, creo que el ajedrez y la trama en general es un poco una excusa para hablarnos de varias cosas de la vida: el daño que nos hacemos los unos a los otros, la rivalidad mal entendida e insana, los abismos de la mente, los vicios y las debilidades del ser humano, etcétera.

En cualquier caso, lo que no se puede negar es que Zweig emplea una prosa notable. Para mi gusto (y al menos en esta novela), no alcanza la maestría de autores como Steinbeck o incluso Lehane, pero escribe francamente bien.

Como curiosidad, decir que en mi edición se habla de un hombre como homo obscurissimus (sic). Evidentemente, es un taxón inventado que Zweig (o su narrador) usa como recurso para decirnos que es un hombre muy misterioso. Pero por curiosidad he ido a buscar una edición en alemán y allí aparece como Homo obscurissimus (sic). Es decir, en la edición española se olvidan de que la hache de Homo debe ir con mayúscula y en la alemana se olvidan de poner el taxón en cursiva.

Con todo, considero que es una novela que está bien, sin más. Aunque muchísima gente no estará de acuerdo conmigo, yo no soy capaz de decir que esta novela sea una obra maestra ni que se acerque a tal etiqueta. Me resulta difícil ponerle una nota, puesto que la mayoría de gente le otorga notas muy altas. Yo sé que la apruebo, pero no puedo darle más de un 6 (sobre 10) justito.